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Zona Peatonal

Andamio

No sé qué habrá hecho el constructor para que lo castiguen de esta manera. Realmente, no se me había ocurrido que pudiese montarse un andamio para trabajar en una fachada de esta manera, sin ocupar ni un sólo centímetro de la zona de paso. La obra está en la calle Juan Colín, poco antes de llegar a la Plaza de la Cruz.

 

Andamio bien montado. No ocupa zona de tránsito

 

Curiosamente, se trata de una obra en la que este andamio no ocuparía una acera, sino la calzada, lo que obligaría bien a cerrar la calle al tráfico, bien a limitar el ancho de vehículos que por ahí pasasen.

Es muy curioso que no se apliquen este tipo de solucines técnicas cuando de lo que se trata de evitar es la ocupación de una acera. como ya he dicho en otras ocasiones, la acera es de todos (constructores y conductores), menos de los peatones. Pero amigo, cuando se trata de la calzada...!

2 comentarios

Pamina -

Pues si supieras que la furgoneta blanca es de Aguas de Montilla, ¿entonces qué dirías? jejejeje
Además, la cucaña de esta obra es de "level 2", porque está rodeada de un armario de ladrillo que no veas si es dificl de escalar.
No obstante, como diría ese gran político montillano, "yo ahí no veo ná de lo que tú dices".
Gracias por la visita y el comment, Edmond.

Edmond de Rostand -

Excelente idea, si no fuera por:

1) La furgoneta blanca, aparcada en una calle estrecha y sin acerado -y ocupando ilícitamente un vado permanente como una casa de grande-.

2) La motillo roja, en una situación menos ilegal que la furgoneta anterior, pero ocupando también parte del espacio supuestamente reservado para los peatones.

3) Las vallas metálicas, ocupando parte de la vía pública.

4) El resto de aperos, a falta sólo del típico búcaro de agua.

5) La siempre imprescindible "cucaña", presta y dispuesta para que El Hombre Forzudo cuelgue los anuncios de su circo.

6) La grúa o lo que quiera que sea ese armatoste de color naranja.

7) Y, si me apuran, el tío del móvil, con lo malas que son las ondas electromagnéticas...

Saludos cordiales,

Edmond de Rostand