La ciudad de los prodigios
Todo es posible aquí. Con paciencia y desidia puedes conseguir hasta que te nazca un coche en un bardal. La paciencia la pone el dueño, que espera que el forraje crezca lo suficiente como para no tener que ocuparse más de buscarle aparcamiento al trasto que no sabía ya dónde iba a meter. La desidia, no hay inconveniente, ya la pone el ayuntamiento que ni se preocupa ni se ocupa de estos otros residuos. Está en la Avenida del Marqués de la Vega de Armijo (también tendrá su post esta avenida, sin prisa), allá por el Berlanga. Yo voy a ir plantando en mi puerta unos cordones, a ver si me crecen unas zapatillas de deporte, que ya me hacen falta.
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