Lo que no se ve

Lo que no se ve, no existe. Es la iglesia más antigua de Montilla. Lo faroles que cuelgan en la puerta principal atraen la mirada de mi niño como un imán. Desde pequeño. Se ve que el paseo matutino hasta casa de su abuela de este invierno se le ha quedado grabado, cuando, aún de noche, los veía encendidos y se partía de risa. Los niños son así. El caso es que merece otro trato este trocito de nuestro pueblo, ¿verdad?. Esa puerta, su ventana, el lienzo blanco del lateral, antiguos, divinos y pequeños, no necesitan hermandad, ni paso, ni penitentes para que sean bellos. Lo son por sí solos y por la mano del hombre.

 

 

 

Pero como siempre, esta placita está invadida de coches, tapada con hierro y afeada con contenedores. Todo aportando lo suyo para ocultar lo bello. Es otro de nuestros sitios abandonados.